PSICOMAGIA DE LA QUIETUD

 He mecido innumerables veces yo misma la silla del descanso que retrasa mis pasos y me deja titubeando al movimiento y de mirada perdida. Me he sentado a esperar que milagros sucedan. 

Me he abducido y me he quedado en quietud sin echar motor a mi abalanze creyendo que es decreto de la vida detenerme en mis penas y no tomar decisión dura y concreta dándome al tiempo compasivo y cultivando titubeo en vez de partir a la aventura de mi viaje.

 He dejado por confusa emotividad mis mañanas lejos de futuro, sin querer oír, sin querer escuchar la carta reveladora del secreto que me cuentan y me hablan los que ya probaron y buscaron una salida a este encantamiento.

He regalado vida y sueños sin yo vivir los propios míos, me he asignado a salvar a los de mi circulo de abismos perdidos, sin salvarme a mi misma primero. He caminado hacia la cumbre en caminos de desvíos, regalándome, dándolo todo con un equipaje pesado y con cadenas que arrastran chiches de diógenes, chiches que ya no quiero llevar.

He tragado saliva y lagrimas de impotencia por no tomar mis piernas, moverlas una a una al lugar del encuentro de mi objetivo, al lugar de mi encuentro.

Hoy en mi amanecer de sol resplandeciente he de pararme frente a mi espejo y observarme en detención como análisis de vida misma y significado. Hoy he de abrir las ventanas de mi habitación y he de ponerle alas a mis fantasmas en prisión. Hoy he de dejarlos volar, hoy he de liberarlos y he de desatar el hilo invisible que alguna vez nos unió. Hoy he de soltar el gancho de la jaula que me anido como pájaro en cautiverio para volar sin rumbo hacia la sima de mis sueños.