VERDE PELUSA





Recostado, correctamente recto y tieso, en camilla blanca ensabanada, de mirada cerrada y voz nula, comienzo el recorrido neutra tragada y nerviosa. Inimaginada al momento, incrédula experimentando la nueva sensación. Hice un recorrido ordenado de  grises, costosa y ayudada, fue momento único, detenido de tiempo y dimención, tragada como si la pena comenzara a recorrerme desde mi pies hacia arriba lentamente y tardía. En tardera cuatrera de enero, de sol y viento de verano Mejillonino típico, comienzo mentalizada y aguantada con el rito hacia el embarque eterno en la nave del silencio infinito, no recíproca al movimiento, no recíproca a la pregunta, no recíproca a la motricidad, solo recibida por el silencio que en ese momento fue mi fiel compañero, como si estuviéramos presenciando solemnemente el termino mas importante de un tiempo. Piel tersa sin aire ni relieve, manos chupadas heladas, pálido como algodón que tapa orificios pudorosos. Recorrí delicadamente envistiendo la partida, incoherente y asustada a la rigidez, torpe y linda como siempre a su merced, vistiéndolo de pantalón, de chaquetón y camisón, desentendida y eterna no aceptada llegue al final, el final eran sus calcetines verdes pelusa.


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